miércoles, 13 de agosto de 2008

Precaria quietud de la hora

EL ÁNGEL Y EL MAR



I

El ángel y el llanto


El ángel llegó a orillas del agua
y tendió su mirada al horizonte

la espuma se demoraba en sus pies
en sus labios la humedad salada
el viento esculpía su cuerpo en la playa
el frío tallaba su alma...

sus ojos no eran tristes
eran dulces y profundos
su rostro era noble, casi humano
menos bello, menos ángel, menos lejano
su corazón de ángel estaba intacto

No lloraba por los hombres
no lloraba por el pájaro
por la planta o el animal
no era llanto de tristeza o pena
no era llanto de alegría o felicidad
su corazón de ángel estaba intacto
y llanto de ángel comenzó a llorar

La mañana enarbolaba una fiesta
las gaviotas saludaban su presencia
las nubes blancas reconocían su majestad

y el ángel advirtió con estupor nuestra mirada
desató entonces el viento de sus manos


un impetuoso y airado torbellino comenzó a soplar
desvaneció así en segundos el sueño efímero
de la playa, el llanto, el ángel y el mar.






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II


El ángel dormido


La noche ha descendido sobre el mar
desde su fondo fluorescente
iluminan las estrellas
hay planetas que bañan sus costas
en este mar de la tierra
sólo la enigmática luna permanece en su lugar
rielando sobre las olas su sendero de eternidad
por allí habrá venido el ángel
que yace dormido en la playa

su espalda como nube sobre la arena
su cabellera como derramado cereal
sus brazos como ríos silenciosos
como ramas caídas sus largas piernas
un ángel como nube, como cereal
como rama, como río
un ángel dormido

el rostro plácido
el pecho sereno
y apenas una sonrisa
la espuma que orilla su manto
el sureo que arrulla su sueño
la brisa que mece su encantamiento

hay cometas surcando lentos sobre su cuerpo
hay estrellas desapareciendo en sus cabellos


hay enjambres de luces
durmiendo en sus párpados
hay galaxias aspiradas
hasta el fondo de su pecho

esta noche no cederá paso a otros tiempos
este ángel dormido jamás estará despierto

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III


El ángel y la lluvia


En la playa desierta de invierno llueve...
la mañana resignó su luz a la tormenta
densas cortinas de agua cautivas del viento
se arraciman y se dispersan
se precipitan, se desmoronan, se atormentan
agua en el follaje
agua en la arena
agua en la espuma
agua en la piedra
lluvia en el aire y el cielo
lluvia en el mar y la tierra

y a lo lejos tan lejos
en el seno dulce de esa lluvia
un ángel se desnuda

el viento vela su belleza
solo sombra y bruma
sin carne rosada sin plumas
la distancia oscurece y nubla
la seda que lo envuelve lo oculta

apenas un esbozo de agua
descubre un hombro
muslos, brazos, un pecho
un dibujo esfumado
cabellos como viento
viento como cabellos


gestos del aire en el aire
gracia que se desgrana
arena en la arena
agua en el agua
desnudez del ángel y la mirada


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IV


El ángel y la luna

Un ángel oscuro como la luna
mira la luna con la que sueña
hay estrellas demoradas en su frente
una nube blanca detenida en su oreja
hay estrellas orbitando sobre su cabeza
en sus labios el brillo de un cometa
hay estrellas ocultas en su negra cabellera

un ángel oscuro como la luna sueña

y la luna transita transparencias
se acerca a sus ojos y en sus ojos brilla
el ángel y la luna lentamente se miran
una luz encantada los ilumina
la noche que los excusa late en sus mejillas

el cielo retira su ajustado anillo
el mar se desliza exhausto
la playa extiende su larga sábana

en un aire de boda y verano
la luna y el ángel se amaron
cruzaron sus sueños un instante
se alojó la luna en las sienes del ángel

su luz exaltada fecundó la noche
amaneció los cielos, aclaró las aguas
sembró luces en los astros
en los bosques, el los valles y los desiertos
prendió fuego en todos los márgenes
conflagró los sueños y a los mismos amantes

sobre el mundo sereno cayó ceniza de luna y ángel


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V


El ángel y el viento


El viento fuga su desatada longitud
por un playa desierta
por un mar encendido
por las cintas del aire en fiesta...
el sol se tumba al sol sobre la arena
las gaviotas buscan caracoles y almejas
un ángel de viento pasea su flama por la orilla
pasea su cuerpo de aire
pasea su alma de brisa

el blanco manto del ángel se desata
hunde su orla en las aguas
golpea la arena
esparce la espuma
se acuesta cuan largo en la distancia
sostiene vibrante la altura

el ángel se arriesga por la cintura de la tierra
danza en equilibrio sobre su extenso filo
juega indemne sobre las agujas y los vidrios

su sonrisa esmerilada
aletea
sobre el hueco del enigma
su mirada iridiscente
planea
sobre el brillo de las cimas
solo riesgo
solo fuego

solo cielo
solo viento

el ángel pasea por la orilla
retirando el mundo a sus espaldas
tras sus pies de viento
todo arde y vuela con sus alas





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En pocos poetas encontré una coherencia semejante a la de Julio Corigliano, de esa magnitud que Horacio Núñez West llama “vivir en estado poético”. La obra de Julio Corigliano se presenta con una sencillez emanada de ese estado privilegiado de poder percibir el mundo con los ojos de un niño. Se trata de una mirada musical, cuyo ritmo cadencioso nos lleva a enfrentarnos con un abismo cincelado de sueños.
En su poética hallo esa continuidad entre el arte y la vida, para muchos imposible. Su mundo se ha nutrido de aquellas pasiones recuperadas de la infancia, los sentidos abiertos al goce de todo lo que existe y lo sorprende. Esa capacidad para el asombro esta atravesada por la literatura, la filosofía, la música y las artes en general. Así, en ese mundo donde Julio captura las imágenes y genera pensamiento, sus poemas cobran una significación profunda y madura que se resisten a dejarse dominar por el panorama nihilista actual donde se sacrifica todo sentido.
Julio se sumerge en un universo sensual que recuerda a esa clase de sabiduría que los griegos llamaron estética, complementaria al logos. Así, nos invita a participar en un juego gozoso que atrae nuestra mirada desde el primer verso.
Se requiere mucho oficio para acceder al ideal poétco de llegar a la síntesis, a la simplicidad profunda. Y digo “simplicidad” como algo meritorio, logrado luego de recorrer un enorme camino; en el sentido de Lewis Carrol: “Simplicidad, ése es su principal mérito. Simplicidad tan pura, tan profunda, en una palabra, tan ‘simple’ que ninguna otra palabra podría describirlo adecuadamente” (The New Belfry of Christ Church).

José E. Kameniecki

jueves, 7 de agosto de 2008

Diario de nubes




Diario de nubes

(selección)






(1)

Ya no es blanca la nube
que cruza el cielo de la noche

(nube y noche)


(5)

Detrás de las negras nubes de la tormenta
una nube blanca

del apacible cielo de un lejano atardecer

(detrás)


(8)

Más allá de este purísimo cielo azul
comienzan las nubes...

a veces alguna de ellas se acerca
(alguna de ellas)


(11)

La nube que se tendió en el horizonte

sueña con nosotros

(sueño)

(12)

Cuando estas nubes se marchen
llevarán el cielo a otra parte

(cielo)

(14)

De la orilla de una nube
vamos dejando la tierra

(viaje)


(15)

¿Habrá nubes que no he visto?

(mirar)

(18)

Un pato se aleja hacia las nubes negras

¿con qué fuerzas cruzará la tormenta?

(tormenta)


(26)

La cabeza entre las nubes
el pecho abierto
los pies descalzos

esperando el viento

(viento)

(27)

Acompaño las nubes
hasta el horizonte
con mi lejana mirada

cierro luego los ojos
para entrarlas al alma

(alma)

(31)

¿Tendré el cuerpo lleno de nubes?

¿tendré llena de cielo la mirada?

(cuerpo y alma)



(34)

La tierra desprendida de las nubes

bogaría sin medida por la inmensidad

(bogar)


(36)

Mis manos apacientan nubes
en el cerco del atardecer
(apacentar)

(37)

Escucho con atención el paso de las nubes
por detrás del cielo sólo puedes oírlas

(detrás)


(38)

Nubes recién venidas
recién del viento
recién del cielo
nubes con olas todavía
con miradas de pez
con estelas
con espumas

nubes recién nubes
nubes de mar que recién sube

(nubes de mar)

(39)

Tras la hoja que el viento
suelta de su rama
ves la nube que el viento
de otro árbol arranca

(hoja)

(40)

Alejándose la nube
y después el pájaro
y después tu mirada
y después tu corazón

(y después)



(48)

Sobre el agua que duerme serena
nubes de otras aguas sueñan

(sueño)


(53)

El cielo regala nubes al ángel
dormido sobre el horizonte
las deja junto a su pecho...
el olor a lluvia pura
lo despertará en silencio

(ángel dormido)


(55)

De la espalda de un cielo
recostado sobre el cielo
estas nubes que descansan

(cielo y cielo)


(62)

Hay nubes de mar por toda la tierra
con escamas, con espinas, con aletas

hay nubes de mar con huellas sobre su arena

(nubes de mar)






(65)

La nube que deshizo el viento
es tan celeste como el cielo

(celeste)



(68)

Sueño hermosas nubes
en los cielos que sueño

también sueño el viento
que se lleva los sueños

(cielos, sueños y viento)

(70)

La tierra está celeste
hay árboles blancos
y hay nubes verdes

por el camino de nuevo vuelve
el ángel que siempre se pierde

(ángel)

(75)

Llueven gotitas de cielo azul
que escurre lento entre las nubes

(llueve cielo)

(76)

Las nubes se llevan
el cielo con ellas

veremos a Dios
después de la tormenta

(después)


(90)

Me alejaré despejando el horizonte

como en las pupilas de la garza
se aleja aquella nube blanca

fundidos en un mismo sueño
el atardecer rosado del cielo
el atardecer rosado del agua

(atardecer de cielo y agua)


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huellas del descuido divino


1.

Sentado en un banco del par­que, el poeta mira los pá­jaros, mira el sendero, las hojas se­cas en el suelo, el sol de la mañana recién en la punta de los árboles.
En su mano, el lápiz; un cuaderno a su lado. No es­cribe. Mira el día largo tiempo en silencio.

El sol del atardecer ya en la punta de los árboles, los pá­jaros en el sendero, las hojas llevadas por el viento.



2.

Camino por el sendero con el oído atento a esta soledad. Escucho mis propios pasos, las hojas, el viento, casi las nu­bes, casi las sombras.
No sé de nadie que pudiera evitarme este dolor.
Camino con los ojos abier­tos a esta oscuridad, a la no­che que me cerca, al silencio, a la ausencia...
Y no sé de nadie que pu­diera evitarme esta pena.




3.

Yo estuve allí donde el aire dormido comenzó a ser viento. Justo allí bajo la en­cendida claridad de la acacia, donde la hierva se cubrió de blanquecinos pétalos, donde la hora guardaba una serenidad enigmática.
Yo vi las hojas quietas agi­tándose, vi iniciar la danza de las sombras, vi la rama despe­dir su sueño, vi ro­dar las flo­res hacia el campo abierto.
¡Era el aire que allí mismo despertaba! Aire con aire se empujaba; rodaba por el aire el aire, se mecía, jugaba... aire que con aire se cubría, aire que huía del aire y se escon­día, y se entregaba dul­cemente a las caricias...
Allí donde yo estaba vi co­menzar el viento, se agitaron mis cabellos, despertaron mis sueños.



4.

Cuando la oscuridad de la noche había cerrado ya todos los caminos y parecía defini­tiva esta soledad, entonces vino el ángel.
Cuando el silencio de la no­che había acallado todas las voces y parecía definitiva esta oquedad, entonces vino el án­gel.
Cuando la inmensidad de la noche había sepultado ya toda esperanza, toda ternura, toda humanidad, entonces vino el án­gel...
¡Y en la majestad de la noche amante comencé a vo­lar!




5.

Nos despedimos del in­vierno... Una última mirada a los árboles sin hojas, a sus copas transparentes, a su des­nudez de sueño.
Ya no veremos el aire entre las ramas, no veremos los ni­dos, no veremos desde el bos­que la mano abierta del cielo a la distancia.
Y ya no soñaremos bajo la inmensidad de las largas no­ches australes...
Este invierno ha sido bueno. Hemos trabajado como las lom­brices trabajan la tie­rra, he­mos descansado como el lagarto en su cueva, hemos ma­durado como la sabia en la ma­dera. Este invierno fue bueno.
¡Cuántos hermanos nuestros esperan ver lo que hemos he­cho!



6.

La tarde es azul porque azu­les son las nubes. El cielo es azul, el aire, el campo, el ca­mino y sobre el horizonte la línea de eucaliptos...
Mi pecho es azul porque azu­les son las nubes. Azul es mi frente, mis labios... Tu cabe­llo es azul, tus sonrisas, tus gestos, el milagro de nuestra compañía.
Y azules son las nubes como las palabras y como las mira­das...
La tarde es azul como nues­tro silencioso regreso a casa.


7.

A orillas de la laguna, mientras contemplo el cabri­lleo de la luz sobre el agua, oigo voces de niños y de gen­tes.
¡Como si pudiera oír en el lejanísimo sueño de un desco­no­cido durmiente!
Y observo a mi niño jugando con caracoles y piedras, hurgado atento en los tesoros que el agua arrima hasta sus rodillas.
¡Como si pudiera ver en el lejanísimo sueño de algún des­conocido Poeta que durmiendo nos visita!



8.

Recostados sobre el muelle que se internaba en el sol de la mañana, mecidos en la ca­den­cia del cielo y del agua, casi adormecidos, bogábamos sin rumbo por la felicidad de la luz.
Desde la orilla lejana: vo­ces de niños que no veíamos, risas de ángeles que se ocul­ta­ban, los ojos del artista que soñaba nuestro viaje... y las huellas de Dios, que des­cuida­ban el mundo para subir al mue­lle y embarcarse.



lunes, 4 de agosto de 2008

Voces de mar

Voces de mar
(selección)

1.


Es muy de noche...
no puedes ver
lo que trae el mar

miras en lo oscuro

ese pájaro que huye
teme tu ansiedad

¡Alto, espera,
si tú avanzas
algo se aleja!

¡Todo es inminencia!

Aguarda...
deja que el mar
lo conceda

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2.
Mi cuerpo desmoronado
sobre la arena
mi espalda fundida
mis manos deshechas
vacío el pecho
erosionada mi cabeza
carcomidos mis huesos

Mi cuerpo hundido
casi médano
casi viento

arena, nada, arena

o una infinita espera
de un regazo
de un amor
...del encuentro
invisible con Dios
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3.
El mar llegará a estas playas
y no encontrará al hombre
sus huellas
sus miradas
sus voces

Tampoco el viento lo encontrará
ni la luz
ni la mañana

El mar volverá a sus playas
...y del hombre
el mar no sabrá nada
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4.
Por la indolente orilla de la mañana
de mis cabellos voy soltando playas
frescura, de mis mejillas
de mis sienes, brisas
de mis pupilas, distancias

entrego las arenas de mis hombros
las espumas de mis manos
las gaviotas de mis gestos

de mis oídos voy volcando silencios
de mi corazón, las aguas

desprendo la sal de mis piernas
el yodo, de mis pisadas
de mis labios libero nubes y alas

cúpulas
estelas
indicios y misterios
en mis palabras estallan

¡Orilla efímera de la felicidad...
de mi paso por la luz
ha quedado el mar!
-----0-----
5.
Me recuesto mansamente sobre la extensa playa...
el sol se oculta tras unas lejanas arboledas
titilan sobre mi frente las primeras estrellas
la noche sube al cielo por la curva de mi espalda

Acarician mis manos la arena que dejo mojada
llevo la sangre henchida de moluscos y peces
en mi pecho se mecen cormoranes y gaviotas
se agitan las algas en mis amplios pulmones
en mis duros huesos atesoro oscuras rocas

barcasas y nubes se deslizan sobre mis olas
una estrella fosforece en mi profundo corazón


Una muchacha en la orilla murmura mar y llora...
despide un amor guardado en mi cuerpo
despide por siempre una rara historia

La luna nace entre mis agitadas piernas
un pájaro cruza el aire de plata despierta
la brisa cálida levanta una tímida niebla

alcanzo en mi espuma las últimas huellas
de la mujer que ha partido a un amor de la tierra
-----0-----
6.
El último día, Padre Océano,
traeré mi agua a tus aguas
mi pobre sal
mi aire
mi última mirada

Ofreceré mi corazón a estas playas
dejaré la arena de mi cuerpo
en las arenas de tu alma
te obsequiaré mis últimos pasos
mis últimos sueños
mi último amor
mis últimas palabras

Padre, retornaré a ti
la belleza que he visto
el misterio custodiado
el dolor no entendido
las voces que he oído

Guardaré en tu noche profunda
las altas noches en que he rezado
las lejanas estrellas que me guiaron
la luna inefable que me ha desvelado

En la brisa de la última tarde
rendiré a ti agradecido
la luz, la piedad y mi destino
el don de mar recibido
-----0-----

jueves, 24 de julio de 2008

El Mago y el Poeta

EL MAGO Y EL POETA
(selección)
Ilustraciones de Virginia Costanzo


El Libro del Mago



La Impotencia del Mago





El viento sacude las ramas
y tira con fuerza de las raíces

la tormenta señorea la tierra

por los troncos baja el agua
corre por las zanjas
parlotea en los charcos
en el aire mece su elegancia
duerme bajo el ojo del lago

y el Brujo adormece
su corazón extraño
y sueña con lluvia
mientras mira llover

el mágico escenario del agua
dibuja en la tarde
lo que no pudo ser
la sonrisa de los hijos
la comprensión de los amigos
el amor de una bella mujer

y su corazón extraño sueña
se aquieta al mismo tiempo
que comienza a anochecer

el látigo de un relámpago
ilumina en su noble rostro
las huellas del arduo trabajo:
allí la lucha de los días,
lo que nadie entiende
lo que nadie ve
lo que nadie sospecha
lo que nadie quiere reconocer

... el trueno despierta al Mago
se incorpora temeroso y alerta

escudriña la noche y la tormenta
pregunta por la vida que aún resta

pero el agua se lleva las señales
la oscuridad apaga la escena
el viento esparce lejos, muy lejos
todas las respuestas



Del Libro de las Soledades



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El Mago y las Estrellas








Sentado en la oscuridad de su habitación
contempla el Mago las Estrellas

titilan sobre el maravilloso manto
que cubre sus robustas piernas

con la frente inclinada al misterio
el Brujo expectante observa

allí la noche es otro cielo
nada tiene de sumiso espejo:
una honda luna, no la luna alta
luces profundas, no luces lejanas
la oscuridad dentro de lo negro
dentro del alma la magia
celestes viajes
embriagadores vuelos
brisa entre la carne
órbitas en el pecho
nubes dibujando el aire
constelaciones y señales

las pupilas del Mago encendidas
de espacio abierto
de libertad
de infinito
de misterio


con las manos como un cuenco
recogiendo el agua del universo
bebiendo fuegos y estrellas
distancias y cometas
refrescando su rostro de silencio
derramando sobre su pecho
las luces más puras de los cielos

con las manos como redes
persiguiendo entre los astros
imposibles pájaros
evasivos peces

con las manos como fuentes
vertiendo sobre el mundo
el calor de los soles
la alegría de los ángeles
la altura de los dioses

con las manos inspiradas
modelando barro y agua:
el genio del gozo
agita y desordena
combina y mezcla
con aire, alma y lodo
elabora exultante
los fuegos de un Nuevo Cosmos
constelaciones con otros mensajes
...

Al final de la Portentosa Obra
el Mago ríe de su propio juego
en el texto del Nuevo Cielo
brillan los Viejos Misterios



Del Libro del Orden Celeste






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El Libro del Poeta



El Poeta y el Silencio








El agua del río suena entre las piedras
su murmullo incesante sacude el aire
y el aire del río suena entre las riberas
y los sapos
y los árboles
y la luna
y las estrellas
sobre el agua del río toda la noche suena

pero mucho más allá del río en fiesta
el lago abre su serena inmensidad

y un poeta refresca los sueños de su cuerpo
bañándose en el agua oscura del silencio

las gotas
caen del cuenco en alto de sus manos
caen de su rostro empapado
caen de sus cabellos
al lago

pero es un agua lejana
casi inmóvil, toda en secreto

sus ondas se abren en el cielo

y se estremecen las orillas de la infinita oscuridad
y ondula apenas la leve superficie del misterio
como una gasa seductora
como un sugestivo velo

el Poeta contempla el lago suspendido y quieto
deja caer gota a gota
la noche de sus dedos
refresca su frente
pasmada de luces
en el Sagrado Silencio


De Cantos del Silencio



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El Poeta, la Luna y la Muerte




La Luna que ensueña en los tejados,
en las nubes y en la hierba,
que clarea los campos
y desvela al ganado,
que transparenta el aire,
las hojas de los álamos
y el humo de las chimeneas,
se ha tendido enigmática
en la ventana del Poeta

y canta de la espuma
que rueda indolente por la playa

de las gaviotas que duermen
mecidas en la cuna del agua

de los muelles solitarios
de las islas lejanas

y de los ojos que miran la luna
con la inocencia del alma

y canta del amor intangible
que sólo a la luna se confiesa
que bajo la luna llora y espera
que a la luz de la luna
se encuentra y se entrega

Y la Luna que clarea los campos
llama seductora al que sueña
lo reclama, le ruega y ordena
lo arrastra y hechiza con su canto...

A la luz de la Luna sale el Poeta
con el corazón en llamas contempla
baila y corre y grita y canta
se esconde entre lo árboles
alza sus brazos al cielo
se tiende de espaldas en el suelo

la Luna lo abraza y lo ama
se demora dulce en su pecho
palpita anhelante en sus labios
trasciende extasiada su cuerpo

El Poeta se eleva en la noche clara
asciende por la Luz Enamorada
se pierde en la Altura del Misterio...
la Luna seductora lo lleva lejos

Junto al lecho del secreto encuentro
las ropas del Hombre Ausente
la túnica de la Desnuda Muerte
los velos del Amor Ardiente




De Cantos de Despedida

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lunes, 21 de julio de 2008

Inicio

AGUA Y CIELO

La imperturbable superficie del lago al amanecer
sin brisa
sin espumas

el rocío dormido sobre el agua
la piel del asombro intacta
el espacio como un ojo atento

un cristal
una pluma
un sueño

el éxtasis de un agua ascendida
la calma, el silencio,
un piedra en la orilla

en el centro imposible del espejo
boga una hojita de fresno

sin ondas
sin estela
sin reflejo
en la pelusilla de la nada
entre el agua y el cielo.



"Tu poesía, sin alardes, frecuenta zonas inquietantes, y de esa frecuentación extrae para nosotros valiosas experiencias. Sentimos, al leerte, ese viento que viene de otras partes, percibimos lo callado, ese velar junto al alma mientras llega el día. Es verdad, has convocado con tu poesía el orden del pájaro, de la nube, de la noche, y esa es la misión del poeta."
Horacio Castillo

"Julio ha descubierto profundamente el destino último y trascendente del arte. Ese descubrimiento abre paso a imágenes de extraordinaria belleza, que nos traen el perfume de la eternidad anhelada. Julio Corigliano nos ha dado en bellísimos poemas, su percepción de que el mundo es una fiesta lenta y demorada, pero que sólo podemos advertir su belleza cuando hemos sido capaces de trascender sus apariencias. En efecto, su palabra trae el sabor de la eternidad, y es por lo tanto un permanente regreso a lo amado y próximo, un regreso empapado de nostalgia, del sabor de lo que perece, del ansia de la perduración. La mirada que dirige a las cosas es la mirada abierta de quien ha morado en las cavernas interiores y ha gozado, así sea en instantes fugaces, del encuentro con el Ser. Sólo a partir de esas iluminaciones puede traernos el resplandor que envuelve sus palabras, el sereno arrebato de la pasión dominada, los zumos de la sabiduría poética."

Graciela Maturo.

Datos personales

Autor: Julio Antonio Corigliano

Para hacer algún comentario te puedes comunicar a: julioantoniocorigliano@yahoo.com.ar

Algunas referencias: De profesión docente, Licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y Profesor para le Enseñanza Primaria. Escritor y ensayista. He publicado el libro de cuentos: El juglar, el espejo y la fuente, así como el poemario Precaria quietud de la hora; del mismo modo, he realizado colaboraciones en revistas y sitios web, además de artículos en medios especializados de filosofía. Nací en Bs. As., ciudad en donde vivo actualmente.